COMO JUZGA CRISTO EL CRISTIANISMO OFICIAL

Hoy en día resulta algo natural, tanto para creyentes como para no creyentes, considerar a la Iglesia no sólo como la única instancia autorizada para proclamar el mensaje cristiano, sino también como la guardiana exclusiva y el supremo tribunal de decisión sobre el verdadero mensaje de Jesús.

Para Kierkegaard, sin embargo, resulta exactamente lo contrario: además de que nadie tiene ni puede tener el monopolio sobre la palabra de Jesús, con el correr de los siglos las Iglesias la han tergiversado a tal punto que terminaron siendo una falsificación y una estafa, transformándose en el mayor obstáculo al cristianismo.

El gremio de los estafadores clericales que se han apoderado de la firma «Jesucristo», tal como los llama Kierkegaard, no son, sin embargo, los únicos responsables. Están apañados, y de manera muy interesada, por millones y millones de cristianos domingueros que, por aportar religiosamente su diezmo y nunca faltar a misa, creen fervientemente que ellos jamás hubieran optado por Barrabás ni pedido a gritos la crucifixión de Jesús.

A este engendro que ha tomado el lugar del verdadero cristianismo Kierkegaard lo llama «cristiandad».

Por otro lado, deambulan millones de cristianos alejados de la Iglesia que repudian clara y sinceramente la hipocresía consumada, y como pueden tratan de encarnar y vivir sus vidas bajo el mensaje y el ejemplo de Jesús. Pero todo parece indicar que se han resignado a la lamentable situación en que se encuentra el cristianismo oficial pues, creyendo dejar a salvo su conciencia, sólo atinan a mirar de afuera.

Por último, ajenos a semejantes tribulaciones, se encuentra la inmensa multitud de los llamados no creyentes: ateos, agnósticos, materialistas, positivistas, liberales, marxistas, psicoanalistas, etc. Algunos no hacen más que tomar con sorna las peripecias de la fe; otros, desesperados ante la absurdidad de la vida y los desgarros del mundo, padecen o luchan por un mundo mejor lejos del mensaje cristiano. Pero el hecho es que ellos, aunque se desentiendan del estado del cristianismo oficial, tampoco son ni pueden ser ajenos a la verdad y a la mentira que día tras día los convoca por igual.

Por esto es que convocamos tanto a creyentes como a no creyentes a discutir la pertinencia y la actualidad del mensaje de Jesús para todos y cada uno, y el papel que desempeña la Iglesia en relación con ese mensaje, a partir del escrito de Søren Kierkegaard titulado «Cómo juzga Cristo el cristianismo oficial».

 

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